lunes, 25 de febrero de 2013

Saliendo del desánimo

Desde hace unos años he podido decaer como un lento astro bajo el horizonte. La vida sedentaria, primero trabajando bajo la presión de una oficina sin ventanas donde se reportaba gran número de fallas, casi doce horas por día de lunes a viernes; el haber roto con la novia de la que por dos años fue fuente de expectativas ante su postura de clase y profesión, pero tal ruptura me permitió salir del parcial aislamiento de ser desconocido por su familia (también hijos) y círculo de amigos. Aislamiento de una habitación de encuentro programado en hora y media, y las horas del sueño al volver de trabajo. En fin, algo que acepté. Haberme sumido en situaciones no favorables. Un trabajo de investigación que implementé y nunca entregué, solo a una persona que hizo uso de ello como propio. Son muchos los aspectos que puedo contar, motivos para claudicar, estar en desánimo... vida sumida en café y sueño, noticias, tráfico, encierro en casa, recepción de burlas y algunas amenazas telefónicas y aún con la oportunidad de reivindicarme de todos estos pesos y muchos otros, me he dado cuenta que hace muchísimo bien realizar ejercicio físico. No importa cuan poco, pero mientras pienso en aspectos renovadores que me ocupan, también el esfuerzo físico me ayuda... no es la primera vez, de hecho estoy a punto de caer en las mismas circunstancias, solo que respiro otro aire. Dudas, muchas; motivos también. El mayor motivo que trasciende la palabra son los propios latidos (aunque no cuadre el plural): La vida es un triunfo.

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